El lápiz es el instrumento más común para escribir y dibujar, pero no es el más antiguo. Precedentemente se escribía con bastoncillos de carbono de "hematite" (de aquí su nombre en italiano) (El nombre español -lápiz- viene del latín Lapis = piedra).
El nombre "Ematita" deriva, de hecho, del término latino haematitas. Lapis amatita, por tanto, significa piedra de Emaite (un óxido de hierro).
El lápiz como lo conocemos actualmente fue creado en la segunda mitad del siglo XVI, después del descubrimiento del grafito en Cumberland. De hecho, el mineral gris envuelto en un bastoncillo de madera fue descubierto en 1664. Se pensó utilizar este mineral cuando nos dimos cuenta de que el grafito dejaba una marca bien visible sobre un folio de papel, pero fácilmente borrable con una miga de pan.
El 10 de septiembre es el cumpleaños de los lápices: precisamente en este día del año 1665 se pusieron en venta los primeros bastoncillos de grafito, protegidos de una envoltura de tejido o de sutiles cañas de bambú. Los lápices con el revestimiento de madera, como los que se utilizan hoy en día, aparecen mucho más tarde, en 1795 y fue el francés Conté quien puso en marcha la producción.
El grafito mezclado con arcilla, era cortado en tiras, después de una breve cocción, las tiras eran enfiladas en bastoncillos huecos de madera de cedro y fijadas con una gota de cola. Todavía hoy la envoltura de las minas más preciadas se hace de madera de cedro rojo o de enebro , mientras que los lápices más comunes se hacen de madera de aliso o de tilo. El primer lápiz "industrial" nace de las manos de Kaspar Faber, ebanista de Norimberga, en Alemania.
En 1761, la mujer de Kaspar iba dando vueltas por los mercados, tratando de vender sus lápices. En el transcurso de los años ochocientos, es Lothar Faber quien lanzó el típico lápiz hexagonal y quien dio un aire internacional a la empresa: compra una reserva de grafito en Rusia, abrió las primeras filiales en New York, Londres y Paris.
El lápiz se globaliza, y comienza la ascensión social de los Faber. Convertidos en nobles por decisión de los soberanos de Baviera, los Faber son los primeros en llevar a Alemania una guerra por la protección de los productos: siempre con más competencia, imprimían sobre sus lápices el logotipo, hoy ya famoso. Lothar consigue una ley que defiende la marca, mientras que a finales de los años ochocientos la baronesa Otilia se casará con un miembro de la aristocrática familia de los Castell, dando este matrimonio origen a la marca Faber-Castell.
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